Treces temporadas, seis Champions y un Balón de Oro después…
El violinista croata del centro del campo ha decidido bajar el telón. Según Cadena SER, Luka Modric dirá adiós este sábado, compartiendo focos con Carlo Ancelotti, Lucas Vázquez y, probablemente, la peluquería del estadio. El timing es tan madrileño que, para evitar colas, el club empaqueta cuatro homenajes en uno: puro fast love versión blanca.
Manu Carreño, siempre comedido, lo tildó de «único lunar». Y tiene razón: cuando mezclas tanto icono en una sola ceremonia, el riesgo de que la nostalgia acabe con tortícolis colectiva se dispara. El croata, que aún disputará el Mundial de Clubes, ha dejado en la vitrinas un CV que provoca hipotensión en cualquier hemeroteca: 25 títulos y la capacidad de romper líneas de presión con la misma elegancia con la que otros rompen sus promesas de gimnasio en enero.
El arte de despedirse sin que te pisen la alfombra
Real Madrid, maestro en poner lazo dorado a sus leyendas, esta vez se ha quedado sin fechas libres. Entre la Liga, el Mundial de Clubes y la agenda de Ancelotti rumbo a Brasil, el protocolo se ha vuelto una Tetris emocional. El resultado: una despedida multitarea que huele a grandes almacenes un 24 de diciembre —eficiente, rentable y con descuento de última hora.
¿Se merece Modric un homenaje en solitario? Probablemente tanto como Toni Kroos, cuya despedida VIP aún resuena en las gradas. Pero el fútbol moderno come prisa y cena prisa: el negocio exige pasar página antes de que la nostalgia bloquee la caja registradora. Si alguien esperaba violines y lagrimones en 4K, que contrate la versión premium de la memoria.
Más allá del césped: el legado intangible
Entre pases verticales y corredores de prensa, Modric se convirtió en el metrónomo de una era. Su marcha supone más que vaciar una taquilla: el Bernabéu pierde a su último enlace con 2012, el año en que algunos todavía llevaban flequillo recto sin ironía. Los analistas ya debaten quién heredará la batuta: Valverde huele a candidato, aunque las comparaciones con el croata son tan injustas como pedirle a un robot de cocina que improvise un risotto.\n
La pregunta capciosa: ¿insinúa esta desbandada el fin de ciclo merengue o es el prólogo de una nueva versión beta con inteligencia artificial y piernas frescas? Florentino mira el Excel y sonríe: el futuro recibe más clics que el pasado, y las lágrimas se secan rápido cuando llega el siguiente galáctico con cuenta en TikTok.
Brindemos: Modric se va, sí, pero su sombra seguirá orbitando cada pase mal calibrado… como un fantasma elegante que recuerda al Bernabéu que la perfección era humana y llevaba el dorsal 10.
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